Monday, December 14, 2015

EL SONIDO COMO ENERGÍA INVISIBLE EN LAS ESCULTURAS DE JUAN DOWNEY

With Energy Beyond These Walls - A System of Two Sculptures 1971
Imagen extraída de: VVAA, El ojo pensante, Catálogo Fundación Telefónica, 2009.p.34

El presente texto representa un extracto del segundo capítulo del ensayo Juan Downey y la energía invisible del Arte Sonoro chileno (título provisorio), que me encuentro desarrollando durante este año 2015, gracias a una Beca de Creación del Fondo del Libro.

EL SONIDO COMO ENERGÍA INVISIBLE EN LAS ESCULTURAS DE JUAN DOWNEY
El mundo cambia en función del sitio donde fijamos nuestra atención.
Este proceso es aditivo y energético.
                                                                 John Cage “Para los pájaros”

          Entre las décadas de 1960 y 1970, el artista chileno Juan Downey decidió llevar a cabo un gran número de esculturas que problematizan la relación de la obra con el espectador, principalmente aludiendo al feedback que se produciría entre estos. Las esculturas electrónicas y/o audiocinéticas son parte de dichas obras, a las que daré revisión a continuación utilizando las descripciones que el propio artista nos proporciona para poder analizarlas.

          Considerando el evidente desarrollo e inclusión de la tecnología que implicaban estas obras, lo que me parece interesante en ellas es que proponen una dinámica de interacción en donde el sonido aparece como un elemento relevante, y en las que el proceso de trabajo se desenvolvió en lo que hoy en día llamamos una práctica transdisciplinar, aunque esto tiene su origen en el concepto de Intermedia,[1] el que incorpora también áreas que no son propias de las artes, como la ingeniería para el caso particular de las obras de Juan Downey que se revisarán en este texto.  Por esto mismo es que me parece que en estas obras el artista se hace cargo del proyecto de relación Arte-Vida heredado de las vanguardias, y logra extrapolarlo al estado intermedio en que en ese momento y aún hoy en día se encuentra el arte contemporáneo, ya que no le interesa producir “objetos bellos” ni plantear una reflexión sobre la vida de las personas, sino producir objetos/máquinas que generen un modo de interacción y apelen a la conciencia. Como señalaba el propio artista:

Si me dieran a elegir, escogería la total inacción para mi vida entera. No obstante, persisto en la actividad de construir esculturas electrónicas, porque:
Su existencia o destrucción es irrelevante a la vida que hay en ellas.
Provocan que la gente juegue.
Hacen a la gente consciente de la enorme cantidad de distintos tipos de energía en el universo.
Son efímeras.
Esto forma parte de un nuevo desarrollo en la historia del arte: crear obras de arte que no deben durar mucho tiempo.
Plantean un problema para los coleccionistas de objetos artísticos.
Crean la ilusión de que el público puede participar en la obra de arte. De hecho seguimos siendo espectadores perplejos por el orden que hace crecer y moverse al mundo, aunque hacemos ver que determinamos lo que nos ocurre.
Es divertido hablar de ello con los amigos.
Imitan aspectos del movimiento en la vida.
El arte tiene más interés en pensar sobre las experiencias de la gente que en producir objetos.
Hacen a la gente consciente de las animadas relaciones entre  distintas clases de cosas.
Gustan a los niños.
A veces producen una inversión de los fenómenos naturales […].[2]    

            Al leer estas palabras resulta claro el vínculo entre Downey y artistas de vanguardia como John Cage o el grupo Fluxus, y es en su propuesta escultórica-tecnológica donde esa herencia Arte-Vida anteriormente mencionada se expresará de manera más explícita.
          Por otra parte, Downey buscaría repensar y reflexionar también respecto al rol del artista y la relación de la obra con el público, cuestión que será importante al momento de examinar obras de arte sonoro que de forma implícita provocan una relación diferente con el espectador o receptor de la obra, sobre todo si consideramos que el sonido corresponde a unaenergía invisible[3].
Las reacciones del público en general, especialmente la de los niños, los científicos, los hombres que ayudaron a construir las esculturas y los vendedores de aparatos electrónicos en almacenes, han sido muy positivas. Parecen comprender la necesaria actitud “juguetona”. Por otro lado, los pintores y escultores han respondido negativamente, salvo raras excepciones, ¡pues afirman que lo que yo hago no es arte![4]


PARA LEER EL TEXTO COMPLETO REVISA REVISTA ESCANER CULTURAL

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